jueves, 22 de noviembre de 2007

COMPARTIR UN REGALO

Hoy ha sucedido algo especial, especial aún en su simpleza, pero mágico por no ser habitual.
Ha venido un operario a cambiar un transformador de una camilla eléctrica que se había estropeado. Ni siquiera era el mecánico sino el transportista, que hacia para la empresa pequeñas chapucillas como esta, aparte de su trabajo.
Un hombre sencillo y corriente, de los que te caen bien, sin saber si es por su apariencia amable o por esa sonrisa que parece ser parte de su cara. Sin nada especial, salvo esa luz que hace que te confíes a él enseguida, abandonando toda defensa psicológica ante la evidencia de que no hay nada que temer.
Fueron 5 minutos, a lo sumo 10, lo que tardó en colocar el transformador mientras cruzamos cuatro palabras.
Tras pagar la factura, él me da el recibo y una pequeña cuartilla donde habían mecanografiadas dos frases, que en ese momento creí que era propaganda personal de su trabajo de trasporte, diciéndome que, si quería, podía hacer fotocopias de la nota.
Al marcharse y revisar más a fondo la factura y la nota, comprobé que el “buen hombre” me había hecho un regalo sin que yo me diera cuenta.
El regalo eran 2 frases que os pongo al final de este articulo. De alguna forma, esta persona quería compartir su felicidad, a igual que las personas amargadas proyectan su infelicidad en la gente de su entorno.
Cada persona podría vivir este hecho de forma diferente. Yo tomo la elección de vivirlo o experimentarlo como un bonito regalo de un ser con luz.
En lugar de hacer fotocopias para regalarlas, como hacía él, las coloco en el blog para compartirlas con vosotros.


FRASES

Siempre que necesites una mano que te ayude, la encontrarás en el extremo de tu brazo. Descubrirás que tienes dos manos, una para ayudarte a ti misma y la otra para ayudar a los demás.


La felicidad empieza por uno mismo, se ha de cultivar para que crezca y florezca, y en su esplendor se ha de repartir y compartir con los demás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que fantastico, la vida siempre nos sorprende con esas pequeñas cosas, con esas lucecitas que no son mas que un destello de luz divina.

Sí, son regalos de la vida, como esa canción que dice " de vez en cuando la vida nos besa en la boca"

Ahora recuerdo uno de esos besos que me dió la vida,.. un día estaba muy triste y deprimida sentada en un parque, ya ni me acuerdo porque, y se me acerco un hombre, casi un mendigo, un loco dirian algunos y me dijo si habia visto sus palmeras, ¿que palmeras?
esas.. y me señalo unas palmeras que se veian a lo lejos en el parque, ah¡ sí allí- le dije, pero no son suyas, son del parque.

No, son mias, porque yo las cuido y las quiero y las vengo a ver cada día y eso me hace feliz.

Sí, claro que son suyas, enhorabuena le dije y nos despedimos.

Aquel hombre, en la absurdidad y simpleza de su locura, me alumbró el dia y con tan poca cosa me dio un regalo de la vida que me hizo feliz.

Son esas cosas simples, grandiosas en su pequeñez las que nos hacer sentir y nos iluminan la vida.