domingo, 10 de octubre de 2010

Diferencias sutiles entre placer, felicidad, gozo y dicha


Osho explica las diferencias sutiles entre placer, felicidad, gozo y dicha.

"El placer es físico, fisiológico. El placer es la cosa más superficial de la vida; es un estímulo. Puede ser sensual, puede ser de otros sentidos, puede convertirse en una obsesión por la comida, pero está anclado en el cuerpo. El cuerpo es tu periferia, tu circunferencia; no es tu centro. Y, al vivir en la circunferencia se vive a merced de todo tipo de cosas que van ocurriendo a tu alrededor.
La persona que busca placer sigue a merced de los accidentes. Es como las olas en el océano: están a merced de los vientos. Cuando llegan los vientos fuertes, allí están; cuando desaparecen los vientos, ellas desaparecen. No tienen una existencia independiente; son dependientes, y cualquier cosa que sea dependiente de otra trae esclavitud. El placer es dependiente del otro.
Si estás buscando dinero y poder, entonces dependerás del dinero y el poder.
Un día vas detrás de un hombre o una mujer, y al día siguiente estás tratando de encontrar una excusa para librarte del otro. La misma persona, ¡nada ha cambiado! ¿Qué ha sucedido entre tanto? Te has aburrido con el otro, porque todo el placer estaba en conocer lo nuevo. Ahora el otro ya no es novedoso; te has familiarizado con el territorio del otro. Te has familiarizado con el cuerpo del otro, las curvas del cuerpo, la sensación del cuerpo. Ahora la mente está buscando algo nuevo. La mente siempre está buscando algo nuevo. Es así como la mente te mantiene siempre atado a algo en el futuro. Te mantiene esperando, pero nunca entrega los bienes; no puede. Sólo puede crear nuevas esperanzas, nuevos deseos.
El placer te mantiene en un estado neurótico, de inquietud, siempre atormentado. Hay tantos deseos, y cada deseo es insaciable, demanda atención.
La felicidad es psicológica, el placer es fisiológico. La felicidad es algo un poquito mejor, un poco más refinada, un poco más elevada, pero no muy diferente del placer. Se puede decir que el placer es una clase más baja de felicidad y la felicidad una clase un poco más elevada de placer: dos caras de la misma moneda. El placer es un poco primitivo, animal; la felicidad es un poco más educada, un poco más humana, pero es el mismo juego desempeñado en el mundo de la mente. No estás tan preocupado por las sensaciones fisiológicas; estás mucho más preocupado por las sensaciones psicológicas, pero, básicamente las dos no son diferentes; de ahí que Buda no haya mencionado cuatro palabras, el sólo ha hablado de dos.

La tercera es el gozo; el gozo es espiritual. Es algo diferente, totalmente diferente del placer, de la felicidad. No tiene nada que ver con el otro; es interior. No depende de las circunstancias; es tuyo propio. No es un estímulo producido por las cosas; es un estado de paz, de silencio, un estado meditativo. Es espiritual. Pero Buda tampoco ha hablado del gozo, porque todavía hay una cosa que va más allá del gozo. Él la llama dicha.

La dicha es total. No es fisiológica ni psicológica ni espiritual. No conoce división, es indivisible. Es total en un sentido y trascendental en otro sentido. Buda sólo menciona dos palabras. La primera es placer; éste incluye la felicidad. La segunda es dicha; ésta incluye el gozo. La dicha implica que tú has llegado a lo más profundo de tu ser. Pertenece a la profundidad suprema de tu ser, en donde ni siquiera el ego está más, en donde sólo prevalece el silencio; tú has desaparecido. En el gozo tú estás allí un poquito, pero en la dicha no estás. El ego se ha disuelto; es un estado de no-ser. Buda lo llama nirvana. Nirvana quiere decir que has dejado de ser; simplemente eres un vacío infinito, como el firmamento. Y, cuando eres ese infinito, te llegas a llenar de estrellas, y una vida totalmente nueva se inicia. Vuelves a nacer.

El placer es momentáneo, temporal, un pasatiempo; la dicha no es temporal, carece de tiempo. El placer comienza y termina; la dicha permanece para siempre. El placer llega y se va; la dicha no llega nunca ni se va nunca; ya está en lo más profundo de tu ser. El placer se tiene que arrebatar al otro; te conviertes, bien en un mendigo o en un ladrón. La dicha te convierte en un maestro. La dicha no es algo que te inventas, sino algo que descubres. La dicha es tu naturaleza más profunda. Ha estado allí desde el mismo comienzo, sólo que tú no la has visto, no la has apreciado. Tú no miras hacia dentro. Allí está la única miseria del hombre: él sigue mirando hacia fuera, busca e investiga. Y no puedes encontrarlo afuera porque no está allí".